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La posibilidad del cine biológico y la experiencia somática

en Teo Hernández 

             Por Graciela Gayón Domínguez

Teo Hernández apuesta por un cine lucido y lúdico, que se vive y se experimenta, un cine casi biológico y pulsante de toda la experiencia que atraviesa la vida. Una inhalación y exhalación constante hasta el final de sus días. Los movimientos de su cámara, lentos, suspendidos, rápidos o lentos, fotogramas de memoria que se insertan como el flash seco de una memoria del deseo.

Mi propuesta estriba sobre la reflexión y el entendimiento de los cuerpos como material compositivo-creativo de nuevos espacios habitables, desde el sentido de los dispositivos de filmación para atender los procesos de producción, de sentir y de sentido que los cuerpos como textos icónicos ponen en marcha. Un universo donde la representación  ormal de intensidades y contrastes no es la representación de un concepto o una teoría formal compositiva, no es un retrato histórico que hay que describir para hacerlo creíble, no es un orden dictado por los cánones establecido la fundamentación de la orientación de la existencia como una vida cifrada en un valor o en idea de una mejor opción.  

 

Teo Hernández ocupa una posición radical dentro del sistema de representación de su época transgrediendo los estereotipos de lo establecido y reinventándose así mismo, a la par que reinventa nuevas propuestas de generar la imagen; los espacios que son evidenciados por la luz y el tiempo evidenciado por el movimiento. Su filmografía propone, devela la importancia y el alcance del movimiento como el personaje principal de sus propuestas; imagen-movimiento en primer plano generada por la cámara y la manera que es manipulada. 

Los cuerpos actuantes como lienzo locomotor y principal, no necesariamente para contar historias con algún referente real fuera de ellas, sino como propuestas de enigmas frente a la distorsión y las imágenes fragmentadas que producen piezas de arte entre sí, invitándonos a revelarlas, sentirlas y experimentarlas.

 

La creatividad sensible de este artista supone entonces, un acto de libertad y de liberación simultánea de principios, fundamentos y jerarquías, pero también de categorías y conceptos. Libertad y liberación como creación, implica una des territoralización del pensamiento, de los cuerpos, de el mismo movimiento y las imágenes.

En el cine de Teo Hernández es fundamental profundizar en el dónde; una noción de

Territorio, lugar de donde parten y desde donde se producen los movimientos, este lugar

que se crea y se destruye gracias a esos movimientos propuestos por el movimiento creado

generando un nuevo territorio, reterritorializado, reconstruido, habitado 

por la intensidad de sus acciones creativas.

Lo corporal que Teo otorga a la cámara y al cuerpo, hacen film un solo cuerpo en movimiento, al mismo tiempo que el cuerpo adquiere otro valor y otras características. La cámara se corporaliza y el cuerpo deviene en imagen, con la posibilidad abierta de ser manipulado tanto en una nueva temporalidad, como en otra nueva espacialidad.

Un concepto de cine biológico en el sentido de las infinitas posibilidades que el cuerpo-cámara encuentra, experimentando sus condiciones corporales hasta el límite, dotado de características plásticas, sonoras y visuales que lo fragmentan y lo multiplican entre millones de pixeles y características de la imagen, de esta manera descubrimos que el cuerpo no es más un cuerpo físico, sino pura posibilidad constante.

La somatización de la cámara como concepto o la experiencia somática, no está dentro del orden de lo verbal. La palabra soma es la más importante, su sentido, en este caso, se aleja del uso corriente donde somático se opone a lo psíquico. Aquí manejare el concepto de la experiencia somática como corriente que nombra y otorga valor al cuerpo viviente y al sentir de su experiencia.

En Teo Hernández hay una relación primordial entre sus diarios escritos y la elaboración de las imágenes y sonidos. La escritura en Teo acompaña constantemente el acto de filmar,  una cámara-pluma, deviniendo cámara-cuerpo o viceversa, una escritura como montaje de esas imágenes y que revela lo que no se muestra pero que no queda afuera. Poesía visual en acción y en tiempo presente eterno. Teo Hernández busca, sobre todo, subrayar la actualidad de su mirada y su capacidad de interrogar la existencia, la identidad, la función del cine y el devenir de las relaciones afectivas.

El propio Hernández definiría su trabajo como un cine táctil, contrario al ojo antes que encuadrar, la cámara pulsa, palpita y se distiende; captura la imagen en movimiento y se desplaza como una forma de danza. En Teo Hernández, el cuerpo del artista resulta ser el cuerpo del arte mismo, y si los límites de la sensibilidad humana son los de las representaciones artísticas, entonces la subversión del cuerpo “normal” es ineludible.

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